jueves, 5 de mayo de 2011

Las cámaras astronómicas subterráneas


Construidos bajo la tierra ó entre los cuerpos los cuerpos de un edificio, los observatorios o cámaras  astronómicas subterráneas semejan tumbas de tiro, depósitos de agua o laberintos de una acrópolis maya. Estos singulares instrumentos  son en realidad gnómones (antiguo instrumento de astronomía)  a cuya cámara obscura  penetran los rayos solares  a través de una chimenea o tragaluz. La proyección luminosa llega al piso de la cámara ó a marcadores de forma de altares y estelas, en donde se señalan fechas que,  además de tener importancia ritual, fueron claves para efectuar cálculos calendáricos.
Los observatorios que se han estudiado  dos en Teotihuacán, uno en Monte Albán y otro en Xochicalco se encontraron en un magnífico estado de preservación, lo cual arrojó datos derivados de  excavaciones  controladas que indican una cronología  y la situación original  de estos recintos. Tales hechos son indispensables para que los estudios  arqueo-astronómicos partan de bases sólidas. El observatorio de Xochicalco se conoce al menos  desde el siglo  XIX: el de Monte Albán fue explorado por Jorge Acosta en la década de los cuarenta y los de Teotihuacán fueron excavados por Enrique  Soruco en 1982 y por Natalia Moragas en 1993.
Los observatorios de Monte Alban  y Teotihuacán son los más antiguos  y los que más se parecen entre sí: tienen la misma altura  de la boca de su chimenea  al piso de la cámara (4.35 m) y en su interior se encuentra un altar-marcador. Este hecho indica que las relaciones entre sitios no se restringían al intercambios de productos, sino que incluían el campo de la arquitectura, los conocimientos  astronómicos y las ideas.
Los restos materiales indican el probable origen de estos instrumentos.los hallados en el interior de los observatorios teotihuacanos  corresponden al periodo clásico, fase tlamimilolpa temprano (hacia 200 d.c.). la cámara de Monte Albán construida en una subestructura del edificio p, está fechada en el clásico, posiblemente  en la fase Monte Alban III (hacia 400 d.c.). el observatorio de Xochicalco  se construyo en el epiclásico, hacia el 700 d.c., y tiene el doble de altura  de sus antecesores (8.70 m), lo cual hace pensar  que hubo una medida que aquí se duplicó. Carece de marcadores, aunque no los necesita,  debido a que su altura los hace sumamente preciso. Las excavación por Pablo Meyer  llegaron al piso de la plataforma que cubre el observatorio de Xochicalco. Esto permitió conformar tanto su altura como un orificio producto de la erosión, que permite que los rayos del sol penetren directamente a la cámara  dos días antes y dos días después  del primero y del último día del año en que originalmente entraban. Para que un observatorio subterráneo funcione es indispensable que la luz astral proyecte sombras en la tierra. Solo tres cuerpos celestes en la tierra lo hacen: el sol, la luna y venus. Hemos postulado como principal función de estos instrumentos la observación solar. A venus no se le puede ver debido a sus características como planeta interior (cercano al sol), y en relación con la luna, no existe ningún estudio serio que indique su observación  desde estas cámaras. Para conocer el funcionamiento  de un observatorio subterráneo es necesario medir posiciones solares y posteriormente comprobarlas desde el interior de la cámara en la fecha y hora exactas en que esperamos la presencia de rayos luminosos. Así lo hice en los últimos 15 años. Todos los observatorios   subterráneos estudiados funcionan prácticamente de la misma manera. Estos instrumentos nos pueden auxiliar en la determinación de dos fechas clave en el campo de la astronomía y en un cálculo muy importante para el calendario. Las fechas son el día de tránsito  cenital y solsticio de verano.

Tránsito cenital y solsticio de verano
En los observatorios subterráneos  se pudo calcular el día exacto del solsticio de verano  con base en la incidencia de los primeros y últimos rayos  solares directos que se presentaban en el año, ya sea sobre el piso de la cámara ó sobre algún marcador. En Xochicalco, por ejemplo, la primera entrada se da el 30 de abril y la ultima el 12  de agosto, con lo cual tenemos que los rayos  directos del sol entraban  a la cámara de observación  durante 105 días del año y la cámara permanecía sin rayos solares directos  durante 260 días, cifra que indica un tonalpohualli o calendario sagrado de 260 días. En este caso también, también tengo la fecha exacta del solsticio de verano, ya que los 105 días pueden ser divididos en dos períodos de 52 y 53 días; asi sumo 52 dias al treinta de abril o si resto 53 al 12 de agosto  llego al 21 de junio. Aquí se tienen 4 trecenas  que posiblemente aluden a un siglo mesoamericano, es decir, de 52 años. El día de tránsito es aquel en el cual el sol se ubica en el punto más alto de la bóveda celeste.  Las cámaras de observación permitían detectar  ese día, mediante la simple observación de la entrada de rayos solares  verticales. Ello es muy claro en Monte Albán donde dichos rayos se observan paralelos a los muros  de recinto astronómico, levantados perfectamente a plomo.
Se ha propuesto que se colocaba un recipiente con líquido bajo los rayos solares  a fin de observar el reflejo luminoso hacia las paredes y bóveda de la cámara. Esta práctica se puede  considerar como probable en la cueva astronómica II de Teotihuacán. Donde se encontró un instrumento de basalto  con un orificio que al ser llenado con liquido y recibir los rayos solares  el día de transito cenital, lanza un reflejo sobre la estela-marcador.
Este curioso sistema lo probé sitúa el día  primer tránsito cenital en Teotihuacán por lo cual llene con agua simple el orificio de la maqueta-recipiente-original la cual quedo en el punto exacto donde lo dejaron los teotihuacanos  hace mas de 15 siglos. El reflejo solar se marca  a todo lo largo de la estela, que nunca es alcanzada por los rayos directos del sol.
El cálculo exacto del día de tránsito cenital y del solsticio de verano presentaba grandes  ventajas un pueblo dedicado  a la agricultura,  ya que eran días de gran importancia  para anticipar la llegada de las lluvias,  época en que los campos se renovarían y darían al hombre su alimento.

Cálculos calendáricos
Sigamos con el ejemplo de Xochicalco, en relación al cálculo calendárico que se efectuaba  en su cámara  subterránea.  Mi observación directa  entre 1988 y 1991  dio los siguientes resultados. El 30 de abril la cámara recibió los primeros rayos solares directos, pero ello solo ocurrió durante tres años  consecutivos (1988 a 1990). Para 1991 la entrada se retrasó un día y los primeros rayos solares del año  entraron el primero de mayo, con lo cual tuvimos un año de 366 días. Si contamos los días desde la primera entrada  de rayos solares directos en 1988 y la primera de 1991, tenemos  un total de 1 461 días, dividido entre los 4 años  de la observación nos da un promedio de 365.25 días por año, cifra muy cercana al cálculo actual  del años trópico (365.2422) estos recintos pudieron servir como  calendarios muy exactos  ya que indicaban de manera automática  los desfases que hoy  conocemos como años bisiestos (366 días)
 En la actualidad el método de proyección es muy usado en observaciones solares, ya que reduce el peligro de daños visuales  causados por la exposición directa de los ojos. Los instrumentos de este tipo  van desde los muy sencillos, como los empleados para observar eclipses,  los complejos telescopios  solares, como los de hawai y  Tenerife. Resulta sorprendente  que los principios que actualmente se aplican en modernos instrumentos para la observación solar  se hayan conocido en Mesoamérica  hace más de 15 siglos.
Sabemos que la observación astronómica subterránea estuvo restringida  a un pequeño grupo de élite y que se vinculó estrechamente  con creencias religiosas   que mezclaban la ciencia, el arte  y el mito. Los observatorios subterráneos  son tanto un instrumento  para adquirir  conocimientos  exactos acerca del mundo, como el reflejo de una muy peculiar manera  de entender el cosmos.

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